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RAZONES PARA EL OPTIMISMO

Escribo esto de una tirada, de carrerilla, casi sin mirar al teclado. Hoy es fiesta en Madrid y me he levantado tarde, a eso de las 10 de la mañana. Después de un beso de buenos días mi chico me ha mirado fijamente, ha puesto su cara de circunstancias y me ha dicho: Trump ha ganado las elecciones.

 

Lo primero que he hecho ha sido exprimir un zumo de naranja y encender el ordenador. Y aquí ha comenzado la hecatombe. Redes sociales, noticias en los periódicos, galerías de imágenes… El apocalipsis ha llegado con la elección de un individuo racista, machista, extremista, populista y con tendencia al insulto y la barbaridad por encima de cualquier intercambio de ideas. Pero además, aparte de la posibilidad latente de que la violencia y la desigualdad a nivel global aumenten con su elección, Trump es un batacazo ahora que parecía que todos los países se comenzaban a poner de acuerdo para frenar el cambio climático.

 

Como ya constató Leonardo Di Caprio en Before the Flood (por favor, vedla si no lo habéis hecho ya) Trump es negacionista. No cree o no le interesa creer en el cambio climático. Por lo tanto considera las medidas medioambientales impuestas por anteriores gobiernos «innecesarias». En campaña ya ha dicho que favorecerá la extracción de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural a través de técnicas de fracking), que eliminará el Clean Power Plan (una importante medida de promoción de energías limpias, firmada por el gobierno de Obama), y que cancelará el acuerdo de París de Diciembre de 2015 con el solo argumento de que es perjudicial para la economía estadounidense.

 

Pero hoy, frente a la lógica negatividad, me niego a pensar que esto es todo. Que con un negacionista al frente del gobierno del país más influyente del mundo no queda más que tirar la toalla frente al cambio climático. Hoy apuesto a que hay razones para el optimismo climático después de Trump.

 

Hay razones para el optimismo porque cada vez hay más personas que hablan contra el cambio climático…

Cada vez más gente levanta la voz para defender el medio ambiente: científicos, investigadores, periodistas, políticos, profesores, artistas y a menor escala ciudadanos anónimos, tuiteros o bloggers. Cuantas más personas expliquen en su entorno qué es el cambio climático y cómo combatirlo, mayor conciencia habrá del problema, y mayor presión para buscar una solución. Así que si queremos ayudar al planeta lo tenemos muy fácil. Debatamos, difundamos información, enseñemos lo que está pasando y aprendamos entre todos cómo combatirlo.

 

… y más empresas que nacen para aportar soluciones

Aparte de la ciudadanía y los líderes de opinión, estamos experimentando una oleada muy beneficiosa de nuevas empresas con conciencia social y sostenibles tanto a nivel económico como medio ambiental. Un ejemplo internacional es Tesla, y en nuestro país podemos encontrar alternativas para todo tipo de servicios en Mecambio.

 

Hay razones para el optimismo porque cada vez somos más conscientes del poder de nuestro consumo…

Siguiendo con el punto anterior, cada vez somos más conscientes de que nuestra bolsa de la compra decide más que nuestro voto. Así que cuando consumimos, estamos decidiendo a quién apoyar. ¿No estás de acuerdo con cierta empresas contaminantes o con los políticos y medios que las apoyan? No leas sus diarios, ni veas su televisión. No compres sus productos ni te hospedes en sus hoteles. Afortunadamente ya son muchos los ciudadanos que saben que su poder está en su cartera, y actúan en consecuencia.

 

… y porque seguimos teniendo el derecho de elegir a nuestros representantes, a pesar de todo.

Elegir a representantes que se preocupen por el presente y el futuro de nuestro planeta ya no es cuestión de derechas ni de izquierdas, es simple cuestión de supervivencia. Y nuestro voto decide.

 

Y finalmente, hay razones para el optimismo porque todo el mundo quiere que sus hijos crezcan sanos y felices

Y al final eso es lo único que une a toda la humanidad. Y ese es el punto principal de la lucha contra el cambio climático, que nosotros y las próximas generaciones podamos disfrutar de la tierra, respirar aire limpio, vivir donde hemos crecido sin temor a ser desplazados o comer todos los días.

 

 

Si os dais cuenta, todas estas son razones para el optimismo, pero sin la determinación de todos, se quedan en nada. Necesitamos que alguien sostenga esos pilares, esas pequeñas luchas, y esas personas somos nosotros.

 

Nosotros somos la principal razón para el optimismo y juntos tenemos el poder para frenar el cambio climático. ¿Te unes?

 

P.D. Y tú ¿también eres optimista y crees que podemos cambiar las cosas? ¿o piensas que está todo perdido?

 

*Foto de portada: Unsplash

4 comentarios

  1. Álex
    noviembre 10, 2016

    La verdad es que yo ahora mismo he adoptado un pensamiento «pasotista», quizás de tintes pesimistas. ¿Por qué? Porque yo era de los que pensaban que Trump no podía ganar, ni por asomo. Creía por encima de todo en la cordura de la gente, pero ya ves. Decepción total. Así que después de los últimos años de historia sociopolítica de nuestro planeta he optado por el que yo no puedo hacer más. Al final siempre pasará lo que tenga que pasar y no tiene que coincidir con lo que yo crea. Y si nos vamos todos al carajo, yo lo único que podré hacer es vivir mi día a día. Saludos.

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    • Alba
      noviembre 13, 2016

      ¡Hola Álex! Yo creo que hay muchas cosas que podemos cambiar, en nuestro entorno, que pueden mejorar este loco mundo. Obviamente, también hay días en los que siento que nada va a cambiar y el pesimismo me puede, pero afortunadamente, son los menos. ¡Un abrazo!

      Responder
  2. Natalia
    noviembre 11, 2016

    Yo, sinceramente no creo que el cambio climático lo este provocando el ser humano y por lo tanto no podemos luchar contra el, lo que si hacemos es contaminar y agravar sus consecuencias por ello creo que esa es la batalla que podemos y debemos ganar, recordar que cada vez que compras algo estas votando

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    • Alba
      noviembre 13, 2016

      ¡Hola Natalia! Lo importante es concienciarnos del poder que tenemos, que en el sistema en el que vivimos reside en varias cosas (voto, libertad de expresión, educación, etc) pero sobre y desgraciadamente reside en el dinero. Así que imaginarte que, como dices, cada vez que compras algo estás votando es un muy buen ejercicio para ser conscientes de ese poder.

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