El pasado domingo 24 de julio nos fuimos hasta la tierruca para pasar un día estupendo en el «I Festival Nansa Folk«, con el que colaboramos elaborando su plan de sostenibilidad. Este festival nació con la intención de implicar a mayores y pequeños en la recuperación de un tipo de música tradicional cántabra (la toná) y vaya que si lo consiguió. Familias enteras, parejas jóvenes y abuelos nos reunimos bajo un cielo azul de postal a disfrutar de la música y del buen rollo que reinaba en el ambiente.
¿Y para qué estábamos allí (aparte de para disfrutar de la música, hacer unas cuantas fotos y conocer buena gente)? Pues bien, ¿alguna vez has asistido a un festival y te has encontrado el suelo lleno de basura, los contenedores hasta arriba de todo tipo de residuos, el aparcamiento lleno de coches mientras respirabas aire contaminado y comías y bebías en envases de un solo uso que luego tirarías quién sabe dónde? Nosotros sí. Y eso precisamente era lo que queríamos evitar en el I Nansa Folk.
Antes de hacer el repaso visual de la jornada es importante que hagamos una evaluación y digamos que éste no ha sido un festival 100% sostenible, es decir, todavía ha habido un impacto del evento en el medio ambiente, por mucho que éste haya sido menor que el de un festival producido de la manera tradicional. Concretamente, a pesar de las diversas medidas tomadas, todavía ha habido un gasto de recursos significativo en energía y materias primas.
Para ser justos, sabíamos de antemano que ese objetivo estaba fuera de nuestro alcance para esta primera edición, pero esperamos que con el cambio visible que ya han supuesto las medidas implementadas y el aprendizaje de este año podamos alcanzar el objetivo cero emisiones en el futuro.
Sin embargo, si algo nos quedamos del Nansa Folk es con que los asistentes, y especialmente los más pequeños, recibieron el mensaje de que un mundo más sostenible es posible sólo con cambiar unos cuantos hábitos. Sólo por eso ya ha merecido la pena, ¡y sólo por eso seguiremos trabajando!
En una campa bajo las montañas y al lado del río, era importante que este festival dañara el entorno lo mínimo posible.
Cada cosa en su sitio para que nadie se pierda. Pero eso sí, la señalización del recinto estaba hecho de materiales reciclados.
¡Divide y vencerás! Carteles informativos reutilizables sobre separación de residuos
Necesitábamos un espacio para que los amantes de la música tradicional y eco-héroes se llevaran un recuerdo del festival, y qué mejor que un photocall hecho con materiales reciclados, sin tóxicos y lleno de flores autóctonas al lado del río. Un lugar precioso para echarse una foto y además ¡un refugio para las abejas!
Durante la pausa entre actuaciones pudimos disfrutar de una comida con platos y cubiertos biodegradables, vasos retornables y reutilizables y yogur ecológico made in Cantabria.
Comercio local y artesanía de la zona en el mercado tradicional
Y por supuesto ¡buena música!
P.D. Y tú ¿has asistido ya a algún festival o evento cultural sostenible? Sí es así, ¡compártelo con nosotros!