En poco más de una semana dará comienzo el invierno y otro año más empezará la lucha por hacer hueco en nuestros cajones a tanto gorro, jersey gordo y bufanda. Podríamos comprar un armario más grande, pero ¿y si en vez de eso aprovechamos la ocasión para hacer un poquito de limpieza y deshacernos de todas las prendas que no utilizamos pero que por alguna extraña razón se acumulan en el valioso espacio de nuestro guardarropa?
Si te apuntas al plan, aquí tienes 10 sencillos pasos que te ayudarán a luchar contra la acumulación de ropa y a hacer una limpieza de armario nivel experto:
1. BLOQUEA UN DÍA SOLO PARA TI
Tómate el cambio de armario como una visita al spa, tiempo sagrado. Enciérrate en tu cuarto, o vestidor para los más afortunados, con un espejo de cuerpo entero. Si es necesario traerlo desde otra parte de la casa, hazlo. Prohíbe a cualquier ser vivo que habite contigo (eso incluye animales, y los animales incluyen niños) entrar en tu espacio hasta que acabes. Cuelga un cartel gigante de «NO MOLESTAR» en la puerta, enciende unas velas aromáticas, pon bien alta la música que más te gusta y canta a voz en grito. Haz todo lo que esté en tu mano para que tu habitación se convierta en un refugio durante unas cuantas horas.
2. HAZTE CON BOLSAS GRANDES
Y divídelas en tres categorías: bolsa para donaciones, bolsa para arreglos y bolsa para tirar.
3. SACA TODA TU ROPA DEL ARMARIO
Retira absolutamente todas tus prendas del armario y de cualquier otro espacio donde estés guardando piezas de otras temporadas y júntala en un montón. Haz lo mismo con tus complementos y zapatos. Ahora admira el espacio vacío que puede ser tuyo, respira hondo y…
4. DIVIDE TU ROPA
Haz dos montones: uno de prendas en buen estado y listas para usar y otro de piezas en, ejem, no tan buen estado: con defectos, descoloridas, gastadas, manchadas, rotas, etc.
5. ATACA EL MONTÓN DE ROPA EN BUEN ESTADO
A partir de ahora te toca ser completamente honesto contigo mismo y actuar con determinación y casi sin pensar. Concentra tus esfuerzos en la ropa en buen estado, agarra cada prenda una a una y cuestiónate lo siguiente:
- ¿Me gusta?
Y con esta pregunta no me refiero a: ¿me gustaba en el 2003 cuando los pantalones pirata eran lo más? Si no a: ¿me siento seguro, cómodo y atractivo llevándolo? ¿refleja bien quién soy actualmente?
- ¿Me queda bien?
Identifica la ropa que te aprieta demasiado o te queda grande, el pantalón que se resiste a cerrar o la camiseta que te hace parecer un rapero del Bronx. Si necesitas probarte piezas, adelante: ¡da la casualidad de que tienes un espejo de cuerpo entero en tu cuarto!
Si después de preguntarte si una determinada prenda te gusta y te queda bien la respuesta es afirmativa, quédatela. En caso contrario, si respondes no a cualquiera de las dos preguntas, métela en la bolsa para donaciones.
6. ATACA EL MONTÓN DE ROPA EN MAL ESTADO
Ahora que ya has hecho la mayor parte del trabajo centrémonos en el montón de ropa con defectos y dividámoslo entre las piezas que se pueden arreglar fácilmente (cremallera rota) y las que no (ataque de mapache en celo).
- Si la prenda se puede arreglar y además te gusta y te queda bien, métela en la bolsa para arreglos.
- Si la prenda se puede arreglar pero no te gusta o no te queda bien, pásala a la bolsa para donaciones.
- Si la prenda no se puede arreglar colócala en la bolsa para tirar.
7. ENFRÉNTATE A LA NOSTALGIA
Llegado este punto tenemos claro que solo deberíamos quedarnos con la ropa que esté en buen estado (o que se pueda arreglar fácilmente) y que nos guste y nos quede bien. Sin embargo, seguro que en algún momento nos hemos saltado un poquito las normas y nos hemos quedado con esa chaqueta que nos regaló nuestra tía segunda y que nos da tantísima pena tirar porque la pobre se tiró todo un invierno teje que te teje… que básicamente significa: Aunque esté en mal estado, ya no vaya con mi estilo y no me quede bien, lo quiero conservar por nostalgia.
El problema aquí es que la nostalgia es la mejor compañera de la acumulación, que queremos evitar a toda costa. Así que sé fuerte, identifica las piezas que no eliminas de tu guardarropa por añoranza y déjalas ir. Ten en cuenta que los recuerdos que evoca una determinada prenda están en tu cabeza, no en el objeto en sí.
8. RE-ORDENA LA ROPA QUE TE VAS A QUEDAR
Limpia tu armario a fondo y coloca con mucho mimo la ropa que te vas a quedar. Si alguna prenda necesita un lavado o un planchado ¡este es el momento para hacerlo!
9. DESHAZTE DE LAS PRENDAS QUE NO QUIERAS… AHORA
Date un par de días como máximo para trasladar cada bolsa a su destino: lleva la bolsa para donaciones a la organización benéfica que has elegido, a la casa de ese/a amigo/a que usa tu misma talla o a la tienda de segunda mano; arregla la ropa que lo necesita o, si eres tan torpe como yo, llévala a arreglar a tu taller de costura más cercano y recicla la ropa de la bolsa para tirar llevándola a un punto limpio o haciendo trapos con ella.
10. ¡FELICÍTATE!
Este es el momento de sentarte en la cama y darte una palmadita en la espalda por el trabajo bien hecho. Así que abre el armario, disfruta de la visión de tu mejor ropa organizada y recuerda que la batalla contra la acumulación es un proceso que se gana día a día.
P.D. Y tú ¿has hecho limpieza de armario ahora que llega el frío? ¿o tienes previsto hacerla pronto?
*Foto de portada: Unsplash