Son las 9 de la mañana de un día cualquiera y acabo de desayunar un plato caliente y una fruta fresca. Afuera hace frío, pero yo tengo unos calcetines gordos y una bata gruesa para cubrirme. Me siento en mi mesa y me coloco una manta suave sobre las piernas, porque aunque la habitación está caldeada, sé que pronto me quedaré helada. De todos modos, tampoco pasa nada si esto sucede, ya que si el frío persiste siempre puedo ponerme más ropa o encender el calefactor.
Enciendo mi ordenador y comienzo a trabajar. A media mañana mi estómago ruge así que voy a la cocina y me hago con unos cuantos frutos secos. Más tarde agarro mi bolsita de tela y voy a por el pan, del día. A veces hago la comida, a veces la hace mi compañero de aventuras. Pero siempre tenemos algo que comer. Después del almuerzo continúo trabajando y cuando acaba la jornada hago deporte, visito a mi familia o disfruto de mis aficiones. Los fines de semana además, puedo ver alguna película, jugar con mis sobrinos o respirar aire fresco dando un paseo por la naturaleza.
Soy privilegiada. Mucho. Muchísimo seguramente. No me tengo que preocupar ni por el frío del invierno, ni por la falta de comida, ni por mi mala salud o la falta de cariño y amor. Mientras a mucha gente en este mundo le faltan todas esas cosas y más.
Intento que cada vez que leas este blog salgas de él o con una sonrisa en la cara o con la cabeza dándole vueltas a algo. Pero desde hacía tiempo sentía que algunos post estaban a años luz de los problemas reales de mucha gente. Hacía mucho que sentía ese pulso latiendo debajo de las muñecas pero no sabía cómo expresarlo hasta que leí esta tira de cómic. Lo que yo sentía era el privilegio.
Tengo el privilegio de poder hablar de armarios cápsula mientras hay gente que necesita ir a Cáritas a por su ropa nueva. O escribir sobre minimalismo, cuando para muchas personas no es una filosofía sino una pura y verdadera necesidad. Quien no tiene nada, no necesita reducir sus posesiones.
El otro día mi padre me comentaba, a propósito de este post, que 100 prendas eran muchísimas para todo el año. Para él lo son porque es consciente de que la ropa sirve para cubrirse y para resguardarse del frío o del calor, y sabe que para mucha gente la idea de poseer 100 prendas es casi una obscenidad. Y tiene razón. Pero aun así creo que estos posts son muy necesarios para nosotros, los privilegiados. Porque muchos de nosotros utilizamos la ropa como símbolo de status o el consumismo para evitar pensar acerca de cómo estamos viviendo nuestra vida. Y creo que todavía no somos conscientes de ese privilegio. O lo somos muy en el fondo mientras nos preocupamos por mantener nuestra casa en orden o decorarla a nuestro gusto.
Y de verdad que no estoy tirando piedras sobre mi propio tejado. Seguiré escribiendo sobre los mismos temas por eso mismo, porque creo que ayudan a mucha gente a darse cuenta de que nuestros hábitos de consumo no son saludables ni para nosotros ni para el planeta. Y seguiré utilizando el humor, y muchas veces la frivolidad. Y para tu pesar, seguiré contando chistes malos. Pero no quiero olvidar, ni que tú como lector o lectora olvides, que cuando yo escribo o tú lees, no dejamos de ser unos privilegiados.
P.D. Y tú ¿habías pensado alguna vez sobre el privilegio? ¿tienes alguna visión específica sobre este tema? ¿o sabes cómo combatirlo? Me encantaría leer tu opinión en los comentarios.
Cris
febrero 2, 2017Qué precioso post, efectivamente me dejas con una profunda reflexión en la cabeza. Gracias.
Alba
febrero 2, 2017Me alegro Cris 🙂 Un abrazo
Cristina
febrero 2, 2017Poder permitirse la elección de tener un armario cápsula con 100 prendas es claramente un privilegio, ya que 100 prendas es un disparate de ropa para muchas personas. Ese armario de 100 prendas no es muestra precisamente de una vida sencilla, al igual que no lo son el resto de cosas publicadas en este blog, pero sí son muestra de un esfuerzo por simplificar una vida privilegiada. Y está claro que los que podemos leerte y lo hacemos somos privilegiados, ya que la mayoría de nosotros hemos llegado aquí porque tenemos los mismos «problemas».
Alba
febrero 2, 2017Hola Cristina. Voy a remitirme a Mujica cuando le llamaban el presidente pobre y él respondía que no era pobre, que era sencillo. Sería un peligro confundir ambos conceptos. Y siguiendo con el ejemplo que has utilizado, está claro que 100 prendas son muchas para mucha gente, pero son pocas para otras muchísimas personas. Como bien dices, gente que puede leer este blog. Gente con ordenadores, móviles, conexión a Internet y tiempo como tú y como yo. ¿Cuántos de nosotros tenemos menos de 100 prendas contando zapatos, abrigos, guantes, bufandas, bolsos, mochilas y el resto de prendas y complementos de uso diario? Pocos. Por eso es necesario escribir sobre ello ¡Gracias por leer y comentar!
Judit Arcarons
febrero 2, 2017Buenos días Alba. Te quería contar un poquito mi historia. Cuando tenia 14 años mi hermana pequeña enfermó de cáncer. Ella hoy está bien, pero fueron años muy duros, para ella y para todos. Pero sobre todo, nosotras dos, que aún eramos niñas aprendimos dos cosas importantes: la primera, que casi nada es tan grave ni tan importante como para no aprovechar nuestros días y la segunda: que las cosas cambian de repente y todo lo que creías tener seguro se desmorona. Yo llevo unos meses tratando de consumir menos, porque sé que lo importante no está en lo que tienes. Aunque también creo que muchas veces consumir era sinónimo para mí de divertirme y no darle vueltas de más a las cosas, y ahora intento llenar ese vacio con algo más intangible y espero que más duradero también. Aunque… La frivolidad de la que hablas, creo q es tb necesaria a veces. Al final, el único momento que existe es éste… Gracias por tu post.
Alba
febrero 2, 2017Muchas gracias a ti Judit por compartir tu historia. Como dices, lo importante no está en lo que tienes, y darnos cuenta de eso es toda una lección de vida. Un abrazo muy grande para ti, tu hermana y toda tu familia 🙂
Tere
febrero 2, 2017Yo cada día me siento afortunada por tener lo que tengo: por tener buena salud, porque mi familia está bien, por poder comer, abrigarme, ir de vacaciones…Y muchas veces siento remordimientos porque hay millones de personas que carecen de todo, y a pesar de ello, no muevo un dedo para cambiar eso
Rocio
febrero 9, 2017Cuanto razón Alba y que bonito todo lo que dices, somos realmente privilegiados, y a veces no sabemos valorar lo que tenemos, yo a veces me sentía muy frustrada por haber tenido que volver a casa con mis padres, pero bueno a pesar de todo es una suerte tremenda porque no me falta de nada, tengo todo lo que necesito, estoy con ellos, y bueno nada es para siempre, así que ahora trato de disfrutar al máximo de todo lo que me rodea, por que es único cada momento, le dí la vuelta a la tortilla y comencé a volorar el huerto que tenía que de pequeña no me gustaba porque me hacían trabajar y yo quería jugar, jeje pero bueno siempre hay evolución y ahora disfruto un montón de la naturaleza, y de sembrar, de recolectar…
Muchas gracias por este artículo.
Gracias por este bin
Alba
febrero 13, 2017¡Hola Rocío! Sí, hay veces que debemos pararnos a ver nuestra realidad tal y como es para darnos cuenta de lo afortunados que somos 🙂
Carmela
julio 28, 2017Es genial este post. Muchísimas gracias por escribirlo 🙂
Alba
agosto 5, 2017Gracias a ti por leerlo Carmela 🙂
Patricia bravo
noviembre 12, 2017Una vez más desde que descubrí tu blog me dejas impresionada y con una buena reflexión de q el tiempo q pasamos con los q queremos es lo.importante…Estoy en el camino d lo correcto aunque m llamen loca jajaja por haber sido una gran consumista y ahora querer cambiar mis malas costumbres..pero cas vez q te leo pienso en lo q de verdad importa..Y me siento afortunada y feliz por tenerlo aunque aveces sea lo unico Q no valoramos.gracias